La irrupción del coronavirus ha supuesto una reformulación general de las estructuras públicas a todos los niveles. Sin embargo, por ser una crisis de salud pública, afecta especialmente a las bases del sistema sanitario, lo que ha desembocado en una reflexión abierta desde hace meses sobre su presente y, por encima de todo, sobre su futuro. “Cuando estés enfermo, mira primero tu columna vertebral”, dijo Hipócrates, considerado padre de la medicina occidental, ya en tiempos de la Antigua Grecia.
Amelia Valcárcel, filósofa y escritora, explica a Healthinking que la situación actual ha generado una sacudida general que bien podría ser la de una “ducha fría”, que alcanza todos los ámbitos que rodean la salud de las personas.
“Imagine que en este momento alguien dijera que el sistema sanitario cuesta mucho y que vamos a quitarle dinero. El aullido se escucharía en Dinamarca (…). Nadie desea en este momento debilitar el sistema sanitario”, explica, para recordar a continuación que “muchos gobiernos pensaron que podían dejar el sistema a la iniciativa privada y la pandemia ha puesto por delante que no es posible (…). La gente lo que quiere es que el Gobierno se haga cargo; confía más en el Gobierno”, asegura.
Pasados ya los primeros meses de gestión de la pandemia y una vez abierto el proceso de reflexión sobre el presente y el futuro del sistema sanitario, cuya “fortaleza” ha quedado constatada, una de las enseñanzas a extraer es, en palabras de la filósofa y escritora, la necesidad de dar mayor fuerza a la “proximidad” que ha ido perdiendo el sistema sanitario, según sus palabras, desde los años en los que el médico atendía incluso desde el despacho de su propia casa.
“Lo que a la gente le preocupa es tener un médico que le trate, que sepa quién es, distinga lo peligroso de lo que no lo es tanto y puedan vivir confiadamente la mayor parte del tiempo (…). La confianza es una parte muy importante de la salud. Poder confiar en quien te cuida y conocerlo”, explica.
Pero más allá de la confianza, el futuro inmediato del sistema supondrá asimismo una prueba de fuego para los propios profesionales, sometidos, según Valcárcel, a un altísimo nivel de exigencia. “Aquellas personas que eran vocacionalmente médicos han descubierto que lo que hacían es lo que les gusta hacer; por peligroso que sea. Y lo han hecho magníficamente”, asevera.
Filósofa, catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED, es miembro del Consejo de Estado, vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado y patrona de la UIMP. Ha sido consejera de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del gobierno asturiano. Cuenta con múltiples premios y Honoris Causa por la Universidad de Valencia.
Otro de los aprendizajes derivados del coronavirus, que habrá de tenerse en cuenta de cara al futuro del sistema sanitario, tiene una perspectiva ética. “Cuando todavía no estaba nada claro qué iba a ser aquello (la magnitud de la pandemia), un amigo me dijo… “estamos padeciendo situaciones que solo salían en las clases de ética (…); solo tengo cuatro respiradores y tengo seis pacientes; ¿qué hago?”, relata.
Desde su perspectiva, “es el momento de usar el debate ético en los términos normales en los que hay que usarlo; es decir, atreverse a afrontar debates éticos directamente, no meramente debates de oportunidad y utilidad (…) porque ahora no tenemos una guía superior que nos diga lo que está bien o lo que está mal, sino que lo decidimos después de tener un debate entre nosotros”.
Sin embargo, ni este ni otros desafíos a los que habrá que hacer frente en adelante son exclusivos de nuestro país. Al contrario. Valcárcel recalca la importancia de que, “por primera vez”, se hayan producido una alerta y una respuesta globales “que aún duran” y, aunque, las estructuras internacionales “no han ido como debían”, “la reacción internacional ha sido buena”. “Si hace falta parar, paramos. Eso no había ocurrido nunca. Ni durante la primera gran gripe (…). Es una reacción global importantísima”, reconoce.
“Se necesita una administración global. Fíjese; ahora mismo, en Europa, cada Estado está dando unas normas distintas. No hay manera de que tengamos una cierta uniformidad normativa respecto a lo que cabe hacer. Eso no produce buena impresión. Deberíamos ir un poco más adelantados en la coordinación”, añade.
En síntesis; la mayor proximidad, la necesidad de confianza, la creciente presencia del debate ético y otras tantas cuestiones que ya estaban sobre la mesa antes de que irrumpiera en nuestras vidas el coronavirus, son solo algunos de los síntomas que ponen de manifiesto la importancia creciente de seguir humanizando el sistema sanitario.
Un sistema que pivota alrededor de la salud de las personas y que solo desde la coordinación, la inversión y la reflexión global y multidisciplinar, podrá anticiparse a las necesidades futuras de nuestra salud.
Según Amelia Valcárcel, “la situación que hemos vivido se repetirá”, pues “llevamos tres o cuatro serios peligros antes que este” (ébola, gripe A, etc.). La clave es obtener estos aprendizajes, anticipar lo que esté por venir y poder tomar las mejores decisiones para el sistema y para la salud de los ciudadanos.
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