El divulgador científico, un nuevo agente dentro del sistema sanitario

La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto las múltiples carencias de la sociedad actual y, al mismo tiempo, también ha enfatizado una serie de conocimientos y necesidades clave a la hora de avanzar hacia un horizonte más informado, menos inconexo y mejor comunicado. La importancia de tener acceso a una información clara y veraz, que ayude al ciudadano de a pie a entender y conocer la realidad con la que convive, ha sido uno de los aprendizajes que ha dejado esta situación sin precedentes.

Luis Quevedo, comunicador, divulgador científico y coordinador del Máster en Divulgación Científica de la Universidad Isabel I, explica a Healthinking algunos de sus aprendizajes a nivel profesional durante la pandemia, y reflexiona sobre el grado de transformación que está viviendo la divulgación de temas de salud. “Una de mis funciones es conseguir que cuando la audiencia vea una bata blanca, tienda a sonreír. Que se pierda el miedo y se acepte ese contenido como algo bueno y natural a nuestra coexistencia en sociedad”, comenta Quevedo.

La figura del divulgador científico ha adoptado una nueva dimensión, más relevante y esencial, durante la crisis de la COVID-19. En medio de un colapso sanitario nunca antes conocido, los divulgadores han dado un paso hacia adelante, cubriendo y transmitiendo esa información que la población necesitaba, en un momento difícil para los profesionales sanitarios. Han pasado a formar parte de esa comunidad científica que ha dado una respuesta al virus y, en paralelo, se ha convertido en un nuevo agente dentro del sistema sanitario.

Quevedo explica cómo la pandemia ha hecho que “los ciudadanos de a pie se den cuenta que pueden aprender y entender” sobre ciencia. “Ahora, la sociedad está familiarizada con el funcionamiento de una PCR y de los tests rápidos. Conoce las distintas variantes del virus, y también las vacunas. La pandemia ha desencadenado una serie de experiencias distintivas que van a quedar en mucha gente”, ya que la información transmitida por parte de figuras como los divulgadores científicos ha tenido un enfoque formativo y educacional, lo cual ha resultado beneficioso para el grupo, teniendo en cuenta que “una sociedad pierde el miedo cuando está informada”.

Son múltiples los canales y estructuras de información que nacen de la interconectividad que crean las redes sociales; desde ese hilo en Twitter al último directo en Twitch, todo forma parte de esa interconectividad constante. Pero ¿son algunos canales más efectivos que otros a la hora de llegar al ciudadano de a pie? En su conversación con Healthinking, Quevedo defiende que, para el divulgador científico, no se trata de centrarse en un canal, sino de llegar al máximo número de personas posible.

“La realidad social es que hay una diversidad enorme de canales y audiencias. Yo no miro el número de seguidores, sino si estamos dando respuestas, en conjunto, a esa manera espontánea en la que se articulan los nichos”, destaca. “A mí lo que me preocupa, es que no lleguemos a esa parte de la ciudadanía que no busca ese contenido”, puntúa Quevedo. A día de hoy, la inmensa cantidad de contenido disponible en redes sociales ha llevado al surgimiento de una sociedad sobre informada. Esto, ha desembocado en la difusión y el auge de las fake news, dentro de un ecosistema de cierta intoxicación informativa y con el agravante añadido que ha supuesto la pandemia.

Luis Quevedo es comunicador, divulgador científico y coordinador del Máster en Divulgación Científica de la Universidad Isabel I. Tras su amplia experiencia en EE.UU. y América Latina como divulgador en TV y corresponsal, en 2018 volvió a España, donde ha participado en varias producciones de los principales canales del país, como ‘La Otra Ciencia’ o ‘Ya es Mediodía’. En paralelo, crea contenido y presenta eventos para múltiples marcas del sector de la ciencia, la salud y la innovación.

“Hay una cosa fundamental que deben hacer los divulgadores cuando tiene que ver con ciencia: insistir que la ambigüedad, la duda y los grises forman parte del proceso” explica Quevedo. “Parte de la intoxicación actual en redes es debida a que todas las noticias falsas son rotundas y contundentes. En esta crisis nos ha faltado la normalidad de decir: “no se sabe”. Y es importante hacerlo.”

La integración del discurso científico
La ciencia siempre ha sido un ámbito respetado y desconocido para el ciudadano de a pie, tanto por la lejanía de sus conceptos como por la distancia en términos de expertise de su debate en la agenda pública.
En su conversación con Healthinking, Quevedo expone que “el aislamiento del discurso científico no es productivo para el progreso de la sociedad”, y explica su deseo, como divulgador, de “introducir la perspectiva informada por la ciencia y la academia en otros ámbitos del discurso nacional, democrático y social, donde se habla y donde se intercambian las opiniones.”

En este sentido, Quevedo destaca su proyección de irrumpir “ahí donde no me esperan, tanto en los programas de desayuno como en los del corazón”. Considera que esa es la única manera de evitar centrarse en una “red de nichos tan pequeña como la actual”, la cual “incentiva al consumidor por dos motivos: o porque es fan o porque el tema le afecta de manera más directa, ya sea a raíz de una enfermedad propia, de un familiar o por un interés muy determinado”, añade.

Este planteamiento del futuro del discurso científico en la sociedad y del papel del divulgador tras su función durante la pandemia, pone en valor la necesidad de llevar la ciencia y la academia a espacios donde actualmente no se encuentra. La rueda de información contrastada y veraz debe seguir rodando, por lo que cada vez es más evidente la necesidad tanto de foros de reflexión y debate científico, como la de figuras como los divulgadores científicos, convertidos en un nuevo agente dentro del sistema sanitario.

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