En un contexto global marcado por desafíos climáticos, sociales y tecnológicos, el episodio especial de Healthinking “Por la humanidad: presente y futura” invita a reflexionar sobre el papel de la sanidad en la construcción de un futuro más justo e inclusivo.
En esta ocasión, contamos con un invitado muy especial, Javier Padilla, Secretario de Estado de Sanidad quien, junto con Felipe Pastrana, Director General de AbbVie, hablarán sobre la necesidad de reflexionar sobre los pilares fundamentales de nuestro sistema económico, político y sanitario.


En un contexto global marcado por desafíos climáticos, sociales y tecnológicos, el episodio especial de Healthinking “Por la humanidad: presente y futura” invita a reflexionar sobre el papel de la sanidad en la construcción de un futuro
Felipe Pastrana: Buenos días, este es un episodio muy especial de Healthinking denominado “Por la humanidad: presente y futura”. En un contexto global marcado por la crisis climática, por las tensiones sociales y desafíos tecnológicos, es imperativo pensar no solo en el bienestar actual, sino también en el legado que dejaremos. Trabajar por la humanidad presente y futura implica adoptar una ética de responsabilidad compartida y una mirada a largo plazo, con el objetivo de construir un futuro más justo, inclusivo y habitable para todos.

En este episodio de Healthinking queremos hablar sobre la necesidad de reflexionar sobre los pilares fundamentales de nuestro sistema económico, político, sanitario con un invitado muy especial. Se trata del secretario de Estado de Sanidad, el Sr. Javier Padilla. Javier es médico de familia y comunidad con formación en el ámbito de la salud pública, la gestión sanitaria y la economía de la salud. En 2014 comenzó a investigar y a escribir sobre teorías de la justicia y su aplicación al ámbito de la salud pública y las desigualdades sociales en salud. Es autor de varios libros como ¿Epidemiocracia, a quién vamos a dejar morir? y co-coordinador de Salubrismo o Barbarie. Pues Javier, bienvenido a este nuevo episodio de pensando el futuro de Healthinking y muchas gracias por acompañarnos hoy.

Javier Padilla: Muchísimas gracias.

Felipe Pastrana: A ver, investigando un poco de tu currículum y viendo este tema tan interesante de tus escritos, ¿qué nos puedes compartir de esos escritos que tenga que ver con la salud del presente y el futuro?

Javier Padilla: Bueno, yo creo que básicamente todo, porque uno de los empeños que siempre he tenido en el ámbito del pensamiento y la producción de conocimiento sobre políticas de salud y sobre salud pública ha sido que partiera un poco de esa situación de doble agente, por decirlo de alguna forma, de ser médico de familia que trabaja en la consulta, pero que también tiene una mirada híbrida con diferentes disciplinas y desde una perspectiva colectiva.

Yo creo que si algo atraviesa absolutamente todo lo que pienso y lo que escribo sobre el ámbito de la salud pública, es la necesidad de jugar en ese eje que está vertebrado entre lo individual y lo colectivo y cómo poder trascender esa dicotomía, siendo muy conscientes de que la salud es un bien principalmente social y que esa representación de la salud como bien social nos obliga a que desde el ámbito de las políticas públicas tengamos que tener visiones universalistas. Visiones universalistas que muestren que las políticas de salud tienen que ser para toda la población, pero que además se centren de forma más específica en aquellas personas que, bien por desigualdades de partida o bien porque hayan tenido unas malas condiciones de vida, sí que vean cómo impactan los diferentes determinantes sociales sobre su vida.

Felipe Pastrana: Javier, y dentro de todo esto, ese balance para la universalidad ¿cómo es ese balance entre lo actual y el futuro? Porque tenemos tantas necesidades inmediatas, hay temas de equidad que queremos cubrir, temas de salud pública que referenciar, y viendo todos los retos que tenemos hacia el futuro, como el envejecimiento, el reto de las nuevas generaciones, a nivel de profesiones relacionadas con la sanidad, ¿ese balance, tú cómo lo ves?

Javier Padilla

Javier Padilla. Secretario de Estado de Sanidad. Javier es médico de familia y comunidad con formación en el ámbito de la salud pública, la gestión sanitaria y la economía de la salud. En 2014 comenzó a investigar y a escribir sobre teorías de la justicia y su aplicación al ámbito de la salud pública y las desigualdades sociales en salud. Es autor de varios libros como ¿Epidemiocracia, a quién vamos a dejar morir? y co-coordinador de Salubrismo o Barbarie.

Javier Padilla: Yo creo que en términos generales tenemos que intentar que todas las acciones en el corto plazo sí que vayan dirigidas a avanzar en el largo plazo. Tiene que haber una mirada estratégica. No puede ser que tengamos pensamientos en el ámbito de la política sanitaria que se centren solamente en lo que va a ocurrir en los próximos días o incluso en el próximo año o en la duración de una legislatura, sino que los principales retos que tenemos en el ámbito de la salud son retos que nos trascienden incluso generacionalmente. Los retos tecnocientíficos, los retos socioeconómicos, los retos medioambientales son retos de largo recorrido. Entonces sí que creo que el empeño tiene que ser en que todas las acciones que hagamos a corto plazo primero no sean pasos atrás, o sea, que al menos sean neutras en lo posible, que sean pasos hacia adelante y sobre todo que repercutan en algo que me parece fundamental y es dotarnos de una estructura que al final es lo que nos protege, por decirlo de alguna manera.

Presentábamos en el Ministerio de Sanidad el informe Health in transition del Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas de Salud, que hacía una comparación del sistema de salud y de los resultados en salud de España en comparación con el conjunto de Europa y básicamente venía a decir que todas aquellas cosas en las cuales estábamos mejor en términos de resultados en salud, como pueden ser algunos indicadores de desempeño del sistema sanitario, esperanza de vida, etc., en el ámbito sanitario tiene dos responsables fundamentales: una es las ansias prácticamente universalistas de nuestro sistema y la otra es la existencia de una atención primaria que con todos sus déficits y todas sus situaciones de crisis perpetua, digamos, sí que vertebra el sistema, vertebra nuestra sociedad, está en todos los territorios y hace que toda la población tenga acceso a la misma. Entonces, trabajar reforzando esas estructuras que sabemos que nos hacen mejores, más resilientes frente a los retos relacionados con el envejecimiento, la multimorbilidad, el impacto del cambio climático sobre nuestras sociedades o la desigualdad, avanzar en una mejora de esas estructuras que nos hace más resilientes frente a eso, creo que es la condición que deberíamos fijarnos para absolutamente todo. Las políticas de largo recorrido, pero también las pequeñas políticas de corto plazo.

Felipe Pastrana: En ese entorno me imagino que el paciente o cada uno de los que usamos la sanidad jugamos un rol fundamental. Tenemos una responsabilidad también para que la sostenibilidad del sistema la tengamos en el presente y hacia el futuro. ¿Tú cómo ves el rol del ciudadano y de los pacientes en el presente y en el futuro de la sanidad? ¿Qué tenemos que mejorar? ¿Qué podemos hacer nosotros como ciudadanos para darle un mejor uso a esta sanidad que desde mi perspectiva es muy generosa?

Javier Padilla: Esta aparente dicotomía entre lo que puede hacer el uno y lo que hay que hacer a nivel de acciones colectivas, yo creo que es uno de los grandes, no sé si dilemas o al menos una de las grandes preguntas en el ámbito de la salud pública y de las políticas de salud. Hay quien dice que las grandes transformaciones en el ámbito de la salud van a venir solamente de acciones colectivas. Yo lo que creo es que nunca se han dado acciones colectivas sin que hubiera un compromiso individual para llevar a cabo ese tipo de acciones. Los cambios individuales en favor de la mejora de salud de todos y de la mejora de salud del individuo son la condición de posibilidad para poder llevar a cabo acciones más ambiciosas. Creo que hay un ámbito donde se ejemplifica muy bien, que es en lo relacionado con el cambio climático. Las personas que llevan a cabo en su vida cotidiana transformaciones de sus hábitos de vida para tener vidas con un menor impacto de huella de carbono o una mayor adaptación a los impactos del cambio climático, son también las que son más favorables a que se lleven acciones de forma colectiva. Entonces, en el ámbito de la salud creo que justamente tenemos que avanzar hacia ponerle fácil a la gente tomar las decisiones que sean saludables a nivel individual mientras tomamos decisiones a nivel colectivo.

No sirve solamente, por ejemplo, que hagamos medidas relacionadas con el etiquetado de los alimentos, que sabemos que es una medida efectiva para disminuir el consumo de ultra procesados, o no sirve solamente que hagamos medidas a nivel macro, sino que es importante involucrar a las personas a nivel individual en ser conscientes de la deseabilidad de todas esas medidas. Creo que además estamos en un momento en el cual tanto el acceso a dispositivos digitales que hacen que la gente tenga un manejo al menos o una accesibilidad más cercana, como el conocimiento o la capacidad de conocimiento sobre las enfermedades y los procesos que le ocurren a uno, hace que en muchas ocasiones el mayor experto sobre lo que a uno le ocurre sea esa propia persona. De hecho, cada vez más en las consultas nos encontramos con gente que sabe mucho más de la enfermedad de lo que sabe el profesional. Entonces hay que tener una especie de gestión compartida del proceso, creo que eso tiene que ser incorporado al funcionamiento del sistema.

Una de las formas de incorporarlo es que justo esas personas que son expertas por experiencia estén incorporados en los ámbitos de decisión, estén incorporados, por ejemplo, con una voz específica de experiencia del paciente en los ámbitos de evaluación de tecnologías sanitarias, estén incorporados en los foros abiertos de salud sobre la gestión del propio sistema y que esos ámbitos de influencia se abran también a aquellas personas que han llegado a ese ámbito de expertise por la experiencia propia.

En uno de los grandes retos de nuestra sociedad que es lo relacionado con el sufrimiento psíquico y con los problemas de salud mental, esto es muy claro. Hay cierto conocimiento relacionado con la vivencia a la cual es muy difícil llegar si no es mediante esa vivencia. Por eso, desde hace muchos años, hay mucha gente llamados expertos por experiencia, que han venido poniendo en el centro del debate muchas cuestiones a las cuales no se estaba pudiendo llegar desde el ámbito investigador, desde el ámbito profesional, sino que se llegaba desde el ámbito del sufrimiento propio y de esa experiencia propia. Incorporarles en todos los ámbitos de desarrollo de las políticas e involucrarle a ese respecto desde lo individual para trabajar en favor de lo colectivo, creo que es un elemento no sólo fundamental sino creo que sí renunciable.

Felipe Pastrana: Hablabas también de las herramientas tecnológicas que están disponibles para la ciudadanía, para todos nosotros. ¿Cómo ves tú ese balance, digamos, entre toda esa cantidad de información que hay en las redes, toda esa información que está disponible, la inteligencia artificial, cómo ves tú estas herramientas de cara al relevo generacional? No solamente me refiero a los nuevos pacientes o a los jóvenes hoy en día que están de alguna manera investigando muchas de sus patologías o de sus síntomas en las redes, sino también hacia el futuro, en ese relevo generacional, la vocación que se requiere para estar en el sector de sanidad hoy en día, la paciencia probablemente, y ese interés que probablemente algunas generaciones o la generación del pasado y las generaciones del presente y futuro pues son diferentes prioridades. ¿Cómo ves ese balance y cómo hacemos para fomentar esa vocación y que más adelante ese relevo generacional lo tengamos de una manera pausada y que sea sostenible?

Javier Padilla: En muchas ocasiones cuando hablamos de esa especie de transición digital y de cómo se acompasa con las diferentes generaciones, se suele hacer en muchas ocasiones casi demonizando el exceso de información, se habla de infoxicación, etc. Creo que estamos en un momento en el cual muchos de estos avances tecnológicos tienen que servirnos justamente para ordenar, compilar y procesar esa información y para liberarnos tiempo para hacer otras cosas. Por paradójico que parezca, los grandes avances tecnológicos para lo que nos sirven es para volver a la cosa más primitiva que es tener tiempo para, digamos, tiempo libre, tiempo para estar con nuestra gente, tiempo para disfrutar.

En el ámbito concreto de la asistencia sanitaria y de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, etc. Todas estas herramientas deben servir para cosas como, por ejemplo, quitarnos el ordenador de encima de la mesa y que la inteligencia artificial sea la que, en cierto modo, transcriba esa conversación entre el profesional sanitario y el paciente y la codifique de una forma más estandarizada, que sea más fácil posteriormente para evaluar y para devolvernos datos.

Tiene que servir para que, si un paciente viene contándonos que tiene un nebus melanocítico, que siente que le ha crecido en los últimos meses y resulta que tiene un antecedente familiar de un melanoma, la propia historia clínica electrónica sea la que nos diga que tiene un nebus, pero además tiene un antecedente que aumenta el riesgo de que eso se convierta en maligno.

Cada vez tenemos más una conciencia de que no tenemos nosotros que trabajar para las herramientas digitales, sino que las herramientas digitales tienen que trabajar para nosotros. Creo, además, que ya hemos superado esa especie de miedo al riesgo de la robotización de los puestos de trabajo, especialmente en el ámbito sanitario, y ahora mismo estamos más en esa frase típica que se dice de que una inteligencia artificial no te va a quitar un trabajo, te lo va a quitar una persona que utilice una inteligencia artificial, porque justamente es esa utilización de los nuevos avances y los nuevos dispositivos los que liberan tiempo para que podamos hacer las cosas de otra manera.

No es que durante mucho tiempo vayan a convivir generaciones distintas que hacen usos diferentes de las tecnologías, sino que esto ya es una realidad. Si hacemos un poco de retrospectiva lo que vemos es lo que se llama una aceleración de los ciclos del capital, que lo que supone es una aceleración de los ciclos de recambio de las innovaciones. Es decir, si antes una innovación tecnológica o un paradigma tecnológico duraba 200 años, después duró 100, 50, y ahora vemos cómo hay una aceleración que hace que de 20 años a ahora el cambio ha sido enorme y que de ahora a 20 años muy probablemente también lo vaya a ser.

Creo que lo diferencial no es diferentes generaciones utilizando diferentes capacidades tecnológicas, sino una nueva realidad que lo que tiene que hacer es adaptarse al cambio sin saber qué tipo de cambio es el que va a venir. Si algo caracteriza a la era que vivimos es esa sensación de que ya nada es permanente. Lo permanente es algo de los años 80, pero ahora mismo vivimos en una situación casi de perpetua interinidad, en la cual parece que cada año vivimos algo tremendamente histórico y que no va a volver a sucederse.

Recientemente, con los catastróficos efectos de la Dana en Valencia, leía un periodista del New York Times decir que en España en lo que llevábamos de década, cada año ocurrían cosas que no habían ocurrido en varios siglos anteriores. Teníamos la pandemia, teníamos la Dana, tenemos las temperaturas extremas que cada año baten el récord histórico de temperaturas previamente existentes, tuvimos la borrasca de Filomena. Son todo eventos que casi hacen que se haga real esa frase de que hay décadas en las que no pasa nada y hay semanas en las que pasan décadas. Desde el año 2020 hasta el año 2024 parece mentira que solamente hayan pasado cuatro años.

Esa sensación de constante cambio creo que es la que caracteriza también los sistemas sanitarios. Entonces, los nuevos profesionales que se sumen a esto van a tener una parte de vocación, van a tener una parte de amor por lo que hacen, pero luego también la vocación es una cosa que se construye. Es mucho más fácil tener vocación cuando tienes buenas condiciones de trabajo que cuando tu trabajo es un determinante de enfermedad más que un determinante de salud y de desarrollo profesional. Entonces, yo lo que creo es que los nuevos profesionales en el ámbito sanitario muy probablemente sean gente que esté acostumbrada a que las cosas cambien y ese cambiar constante, además es un cambiar que es muy intrínseco a la profesión sanitaria.

La profesión cuando sale en salud pública siempre se habla de transiciones, de la transición demográfica y de la transición epidemiológica, de pasar de sociedades con una base engrosada de población joven a sociedades con una base engrosada de población más mayor, de pasar de enfermedades infecciosas a pasar a enfermedades crónicas. Pero ahora estamos en un momento en el cual tenemos enfermedades crónicas, pero también tenemos enfermedades infecciosas reemergentes. Entonces esa sensación de cambio perpetuo yo creo que es la nueva, digamos, la nueva realidad. No es una crisis, sino que esa sensación de crisis perpetua es una característica del tiempo que vivimos.

Felipe Pastrana: Pues es una reflexión muy interesante y que le va a servir a mi hija que está estudiando medicina y seguramente tenemos conversaciones de cómo lo ve ella. Y justamente parte de esa variabilidad o de esa falta de certeza de lo que se viene la siguiente semana es parte de lo que agobia yo creo que a su generación.

Hablabas del tema de la Dana, una lamentable situación para para nuestros amigos de Valencia y muchas de estas consecuencias vendrán también acompañados de temas de salud mental. Hablabas de la pandemia, estamos viendo una época en cuatro años todo lo que ha sucedido y yo creo que eso va a dejar unas huellas muy profundas hacia el futuro. Dos preguntas en ese sentido para entender tu perspectiva: una, esa ansiedad de los jóvenes que ven hoy en día todas estas cosas que suceden y probablemente están viendo un futuro un poco oscuro o con mucha incertidumbre y eso les puede generar mucha ansiedad, ¿cómo afrontar además de toda esta presión generada por las crisis inmediatas que hemos sufrido recientemente, más toda esta ansiedad de futuro, ¿cómo manejar todos estos retos que tendremos a nivel de salud mental?

Javier Padilla: Una de las cosas que caracteriza la época que vivimos es justamente esa sensación de que hay un malestar que en cierto modo nos une a todos o a una parte de la población y que en concreto en la población joven está caracterizado por una triple situación en la cual piensan que todo pasado fue mejor, una especie de nostalgia de la estabilidad del pasado, piensan que el presente actual en cierto modo está agotado o solamente pueden pensar en el presente como una especie de reedición de lo existente, casi cada vez más de marca blanca, por decirlo de alguna forma, y luego piensan en un futuro como lo llamaba Mark Fisher la cancelación del futuro (there is no future), no hay un futuro vivible y simplemente es como si viviéramos en un perpetuo presente en el cual en el siglo 20 todo el rato hablábamos del siglo 21, pero en el siglo 21 parece que estuviera prohibido hablar del siglo 22 porque casi ni siquiera sabemos si va a ocurrir.

Entonces creo que, ante eso, por un lado, hay una corriente bastante fuerte en el ámbito de la filosofía relacionada con el pensamiento de las nuevas utopías y de las utopías cotidianas, es decir, la posibilidad de pensar en el futuro, de pensar en futuros mejores, que parece que es una cosa que en cierto modo nos hemos prohibido, por decirlo de alguna manera. Si tú le preguntas a la gente cómo va a ser el mundo dentro de 50 años hay un porcentaje creciente de gente que no te va a hablar de coches voladores ni de ningún tipo de tecnoutopía, sino que lo más probable que te hable es de desertificación, de subida del nivel del mar y de incremento de los eventos catastróficos como lo que hemos podido ver intensificado en los últimos 10 años.

Ante eso creo que hay una parte de pensamiento colectivo que está relacionado, pero luego creo que hay una parte enormemente saludable que es lo que ya están haciendo los jóvenes para dar respuesta a eso y es ponerlo encima de la mesa. Una de las características de la llamada generación Z con respecto a las generaciones anteriores es que ya no hay un sentimiento de “tengo que pasar por esto porque luego viene lo bueno”, o sea, tengo que pasar por esta situación de precariedad porque posteriormente ya me va a tocar, va a llegar lo que me toca, me va a llegar ese futuro de matrimonio, casa en propiedad, hijos y perro. Esa es una idealización del futuro que ya no existe. Sienten que ya no se tienen por qué tragar este sentimiento de frustración, precariedad, ansiedad, tristeza, como si fuera algo temporal, sino que tienen la sensación de que tienen la posibilidad no sólo de contarlo hacia afuera, sino también de colectivizarlo y de convertir eso que siempre ha sido como lo privado, de lo que no se habla, de lo que casi uno se avergüenza, porque es concebido incluso como un acto de fracaso en el desarrollo de los objetivos individuales de la vida, es convertido en una especie de sufrimiento o de padecimiento colectivo. De forma que el problema no soy yo que no he conseguido tener un trabajo bueno y estable con el cual me pueda permitir un alquiler o comprar una casa, sino que el asunto es que somos toda una generación que incluso teniendo un trabajo no nos podemos permitir independizarnos.

Esa colectivización además ha demostrado que disminuye los niveles de mala percepción de la salud mental y del bienestar psíquico, lo cual creo que ese ponerlo en común es un elemento fundamental y sobre todo ponerlo en común también como vinculado al cambio y vinculado a la acción. Esa colectivización del sufrimiento psíquico es clarísimamente uno de los elementos que la generación Z, las generaciones más jóvenes, ha puesto encima de la mesa y que es una especie de elección con respecto a cómo se ha subjetivizado el sufrimiento psíquico en generaciones anteriores, en las cuales tiene bastante poco que ver cómo se ha abordado. Si uno piensa, por ejemplo, en uno de los grandes ámbitos de sufrimiento psíquico en generaciones anteriores, que era esa feminización del sufrimiento psíquico relacionado con las formas de estar en la sociedad, mucho más hacia adentro, en ocasiones con relaciones de pareja tremendamente desiguales y en muchas ocasiones existiendo, digamos, violencias bien físicas, psíquicas o incluso económicas, era un sufrimiento llevado hacia adentro, era un sufrimiento que se quedaba dentro de las puertas de casa y que muy pocas veces emergía hacia afuera.

El sufrimiento más típico ahora en las generaciones más jóvenes es un sufrimiento que sale hacia afuera, que en ocasiones sale hacia afuera desde un punto de vista casi en forma de meme. Al fin y al cabo, el meme es una forma de expresión cultural generacional, pero esa forma de meme también es una especie de colectivización cultural del fenómeno. Entonces, si bien en la década de los años 20 del siglo 20 el sentimiento de época era ese desenfreno, esa sensación de poscrisis y en la época de los años 20 del siglo 21 el sentimiento que nos toca es el de ese malestar que habrá que ver hacia dónde desemboca en los próximos años.

Felipe Pastrana: Justamente esa perspectiva que nos trae esta nueva generación seguramente nos ayudará a construir un futuro mucho más prometedor. Creo que nos han dado muy buenas lecciones, sobre todo a nivel también de ese balance de vida trabajo, ese equilibrio entre lo que es el sacrificio y tener una buena calidad de vida. Me parece muy interesante esas lecciones que estos jóvenes de hoy en día nos están dando. No podía dejar de preguntarte un tema que va más allá del tema de las herramientas digitales. Hablabas de la innovación que trae todo esto a nivel del presente y el futuro, la innovación de tecnologías sanitarias, de medicamentos, ¿cómo ves tú que podemos aportar nosotros hacia esa sostenibilidad?

Javier Padilla: Aquí la palabra sostenibilidad, como siempre, cobra diferentes dimensiones. Por un lado, la sostenibilidad entendida como la capacidad que tiene el sistema para incorporar todo aquello que le aporta valor a la sociedad, manteniéndose financieramente estable. Por otro lado, también está la sostenibilidad entendida como el impacto en términos medioambientales que tiene toda la actividad sanitaria. No nos olvidemos que el sistema sanitario en términos generales es el responsable de un 5% de la huella de carbono. Si el sistema sanitario fuera un país, sería el cuarto o quinto país con mayor impacto en huella de carbono en el conjunto del mundo. Luego hay un tercer elemento relacionado con la sostenibilidad social. Creo que es importante, especialmente en aquellos países que tenemos sistemas públicos de salud fuertes e importantes.

Esos tres elementos no son independientes, no están aislados. La existencia de un compromiso social con la financiación de su sistema sanitario es la condición de posibilidad para que el sistema sanitario sea solvente y sea sostenible en términos de sostenibilidad económica, de sostenibilidad financiera, de sostenibilidad presupuestaria, pero además que sea sostenible medioambientalmente, es a largo plazo la condición de posibilidad para todo lo demás, pero además también impacta en la percepción de sostenibilidad social en tanto en cuanto cada vez la población está mucho más concienciada con respecto al impacto medioambiental.

Pero centrándonos en la primera pata, en cómo la innovación repercute o puede repercutir en el ámbito de la sostenibilidad, creo que aquí desde las instituciones tenemos que antes de pedirle nada, a quien desarrolla, a los desarrolladores, tenemos que hacernos cargo de lo nuestro. Un sistema solamente será sostenible si es un sistema, por un lado, que asegura que todo lo que entra en el sistema aporta valor, y para eso debe tener estructuras fuertes, solventes y rápidas de evaluación. Pero, además, sí tiene la cintura suficiente como para poder innovar a la hora de incorporar esas innovaciones.

Ya es difícil pensar en un sistema de evaluación que toma decisiones iguales para cosas diferentes. Estamos en un ámbito en el cual la especificidad de la individualización de muchos tratamientos hace que decisiones poblacionales, por ejemplo, que se toman de financiación, haya que tener algún tipo de procedimiento para ver cómo se actualizan a nivel individual. Los antihipertensivos, los efectos a nivel poblacional, sí que pueden ser más o menos trasladables a los efectos a nivel individual, pero hay ciertos tipos de terapias avanzadas en los cuales el nivel de individualización hace que la subpoblación que tenemos que analizar para ver realmente cuál es la efectividad, la seguridad y la eficiencia de ese tratamiento, sea tan a nivel individual que tengamos que tener conceptos diferentes sobre de qué manera incorporamos y evaluamos estas innovaciones. Yo creo que ahora mismo nos encontramos justamente en ese ámbito de evolución y de ver cómo actualizamos las prácticas del sistema a ese marco de sostenibilidad y acceso.

Para esto, y esto sí que es importante, creo que el conjunto de la industria tiene que entender que el ciclo de vida de las tecnologías, entendiendo por tecnologías tanto medicamentos como productos sanitarios, tiene diferentes temporadas y no todos los personajes tienen por qué ser el personaje principal de todas las temporadas. Es decir, hay una temporada inicial en la cual entra la innovación, y la innovación entra con un bajo nivel de competitividad entre diferentes actores, y donde ahí esa innovación es el personaje principal de esa temporada. Pero luego hay una parte donde sí que entran medicamentos genéricos, medicamentos biosimilares, donde tienen que ser los medicamentos genéricos y los medicamentos biosimilares los que sean los protagonistas de esa temporada, porque ese protagonismo es la condición de posibilidad para que se produzca la fase inicial. Luego hay una tercera temporada en la cual quedan muy pocos productos y a unos precios muy bajos, que incluso puede ser que se esté comprometiendo la propia viabilidad del mantenimiento de ese tipo de productos.

Entonces, cómo casamos estas tres temporadas con un fenómeno existente que es que en las fases en las que menos conocimiento y más incertidumbre tenemos sobre un producto son las fases en las que más pagamos por él, y en las fases en las que más conocimiento tenemos y menos incertidumbres son las frases en las que menos pagamos por ese producto. Esa especie de desvinculación entre conocimiento, incertidumbre y la inversión que se realiza por parte del sistema en esos productos. ¿Cómo articulamos eso? Creo que es en lo que estamos ahora mismo, sabiendo que garantizar el correcto funcionamiento de las diferentes fases es garantizar la existencia de las diferentes fases, si no nos encontramos con industria innovadora compitiendo con el ámbito de los genéricos y generando fallos de mercado que producen que no podamos conseguir unos precios más bajos que se pueden producir en otros lugares, etc. y que eso además redunde en un mayor retraso en la incorporación de la de la innovación, porque estamos compitiendo en un lugar que es totalmente ineficiente, creo que es uno de los grandes retos que tenemos a la hora de poder garantizar que las cosas se incorporan, son accesibles y además se hace en un marco de sostenibilidad.

Felipe Pastrana: Eso es un buen punto también entender que el ciclo de vida, digamos, de las moléculas, hay un momento donde tenemos que entender que hay una bajada de alguna manera para darle cabida también a que entren genéricos, biosimilares, pero creo que en el entorno que estamos actualmente se genera un diálogo interesante que permitiera ver hacia el futuro una solución colectiva.

Javier Padilla: Sí, totalmente. Además yo creo que una cosa que además nosotros llevamos muy a gala es lo de ir a todos los lugares a hablar con todos los actores y cuando se habla además de todo esto de una forma abierta, yo creo que hay un cierto compromiso por parte de todo el mundo de decir “esto es cierto, esto es así” y siempre que se puedan generar esa especie de círculos virtuosos que permitan además acabar con el valor fundamental de todo esto, que es tratamientos que mejoran la vida de los pacientes y una externalidad positiva también, que es un entorno de generación de puestos de trabajo de alto valor, de alta cualificación y que no debemos olvidar. Al final, en muchas ocasiones, cuando hablamos de esto, estamos hablando de esa frase tan manida que en muchas ocasiones se dice y no quiere decir nada, que es lo de cambiar el modelo productivo. Bueno, cambiar el modelo productivo en este caso es esto en concreto.

Felipe Pastrana: Sobre todo que Javier, en el ecosistema tan, digamos, tan rico en recursos, conocimiento que tenemos en España, el generar ese entorno para mantener también la innovación es muy favorable para para todos los españoles. Me gustaba mucho también cuando mencionabas ese rol del paciente en el futuro también de jugar parte de esas decisiones, que creo que también es muy importante para que todos nos veamos representados. Si hay algo claro en esto es que todos si no somos pacientes todavía, lo seremos en algún momento. Así que esperamos que la sanidad del presente y la humanidad del presente, del futuro, pues tenga espacio para todos nosotros.

Sé que tú eres una persona que le gustan los titulares, Javier, de nuestra conversación y pensando un poco justamente de esa humanidad en el presente, en el futuro, ¿qué titular nos dejarías de cara justamente hacia ese futuro?

Javier Padilla: Podría decir que la salud es el ámbito ideal para poder pensar futuros mejores en presentes que parecen inestables.

Felipe Pastrana: Qué bueno, qué bueno. Pues muchísimas gracias, Javier. Ha sido un placer escucharte, tener un espacio para pensar en el presente y poco en el más allá. Espero que tengamos la oportunidad de volver a hacer otro capítulo en Healthinking y agradecerte de verdad tus opiniones, tus comentarios y sobre todo haber sacado el tiempo para estar con nosotros.

Javier Padilla: Muchísimas gracias y un placer, desde luego.