Si por algo se caracteriza este siglo es por la extensión y democratización de los medios de comunicación. La democratización de tecnologías como las redes sociales conlleva que podamos comunicarnos como nunca: con solo un móvil y conexión a internet cualquiera puede emitir un mensaje que sea potencialmente visto por millones de personas. Esta situación, que es, sin duda, una revolución, puede entrañar también algunos problemas y riesgos en muchos ámbitos, entre los que destaca la salud.
Helena González Burón, doctora en biomedicina y divulgadora científica, nos ayuda a pensar sobre la relación que la información, la desinformación y la comunicación en redes sociales tiene con la salud, colocada entre el riesgo y la oportunidad. Para Helena González, enfrentamos un importante reto en lo que respecta especialmente a la salud: “la desinformación se nos está colando por muchas vías, sobre todo las redes sociales, donde casi cualquier persona puede convertirse en un experto sobre salud, solo tienes que abrirte un perfil y puedes convertirte en ‘especialista’”.
Tal y como señala González Burón, esta gran disponibilidad de información nos convierte a todos en potenciales víctimas de esta desinformación, especialmente en temas sensibles como son los sanitarios. “Cuando te duele algo, lo primero que haces es buscar en internet (…). Buscas y tienes mil diagnósticos, muchos de ellos graves, algo que puede llevar a autodiagnósticos erróneos y a lo mejor a empezar a tomar tratamientos que no son adecuados”.
Sin embargo, tal y como señala Helena, no todo es negativo. La facilidad de disponer de información sanitaria puede empoderar al paciente, mejorando su comunicación con los profesionales de la salud. Otro de los beneficios de la capacidad de acceder a esta información, es, tal y como destaca la doctora González Burón, la adherencia a los tratamientos. “Es muy beneficioso porque puedes informarte acerca de lo que estás tomando, por qué lo estás tomando así, cuál es la razón… y así mejorar la adherencia. Un caso clarísimo, por ejemplo, es el de acabarse la caja de antibióticos (…) Puedo buscar información de por qué me tengo que tomar toda la caja de antibióticos, entender cómo funcionan las resistencias bacterianas…, se puede encontrar fácilmente a través de internet, de redes sociales”.
Helena González-Burón es Doctora en Biomedicina por la Universidad de Barcelona. Complementó sus estudios universitarios con una intensa formación en Artes Escénicas y en Cooperación al Desarrollo. En 2013 fundó la cooperativa Big Van Ciencia con el objetivo de combinar arte y ciencia, no sólo para comunicar conocimientos sino también para educar en valores. Formadora en numerosos cursos de Comunicación Científica en Universidades de España, Canadá y América Latina. Colabora en programas TVE (Órbita Laika, El Reto en Clan), es editora y redactora en National Geographic y (co)autora de más de una decena de libros de comunicación de la ciencia. Coordina actividades del proyecto Cazabulos (CSIC – Big Van Ciencia)
Otro de los beneficios de esta disponibilidad de la información sanitaria, que antes no llegaba con la misma facilidad al público general, es la prevención. A este respecto, la doctora apunta: “si tú sabes qué tienes que hacer para prevenir determinadas enfermedades, está muy bien que no te lo tenga que decir un profesional sanitario cuando ya has enfermado”.
Los influencers y creadores de contenido tienen un papel muy relevante en el debate en torno a la información o desinformación sobre cuestiones sanitarias, especialmente en temas como la nutrición, la actividad física, el cuidado dermatológico o la salud mental, campos con mucha presencia en redes sociales. A este respecto, Helena González señala cómo la presencia de influencers o creadores de contenido en temas sanitarios tienen, de nuevo, dos caras: “el concepto está muy bien, porque hacen accesible un contenido que es muy especializado a población que no tiene por qué entender ese lenguaje (…), pero claro, cualquier persona puede llegar a ser influencer”.
Esta situación sumada a, tal y como incide González Burón, la “lucha por la atención” que promueven las lógicas de las redes sociales, puede generar graves problemas. Vinculado a esta necesidad de atención, likes y seguidores para crecer dentro de las plataformas, la experta señala que “hay influencers haciendo daño, incluso daño a la salud, dando recomendaciones muy generales para cosas que no lo son, cada persona necesita una alimentación, un tipo de ejercicio o una rutina adaptada a su edad, su contexto y su metabolismo. De alguna manera tenemos que tratar de escuchar esas voces que están autorizadas, porque es muy fácil abrirse un perfil y, por ejemplo, ponerse ‘coach nutricional’, pero eso no es un experto en nutrición”.
Cuando hablamos de recetas o de cómo combatir esta posible desinformación en materia de salud, González Burón señala que no contamos con la suficiente alfabetización digital: “llevamos mucho tiempo conviviendo con redes sociales, pero creo que la explosión de fake news, contenido que nos desinforma, ha sido relativamente reciente y no estábamos preparados para este tsunami, ni adultos ni jóvenes”.
Para combatir estos riesgos, especialmente graves cuando hablamos de salud, Helena González apunta a dos vías: “en primer lugar, la educación. Antes se nos enseñaba a buscar en el diccionario, ahora se nos tiene que enseñar a diferenciar cuál es el contenido falso de aquel que podemos creer. Y, en segundo lugar, la regulación de las plataformas digitales, por las que se nos está colando mucha desinformación, lo cual creo que sería muy fácil de atajar si se pusieran las medidas necesarias. Esto se nos escapa de nuestro quehacer como individuos, tiene que ser un tema a nivel gubernamental”.
Aunque esta diversidad de información y desinformación en redes sociales entraña algunos riesgos, González Burón es optimista: “cada vez estamos más concienciados de que la desinformación existe y tenemos más alarmas puestas para detectar información falsa. Además, las plataformas están poniendo medidas para desmentir las noticias e informaciones falsas. Creo que vamos en la buena dirección y que será cuestión de tiempo, la legislación nos apoyará”.
Si bien la enorme cantidad de información sanitaria a la que podemos acceder en un par de clicks entraña riesgos que pueden comprometer nuestra salud o bienestar, como el autodiagnóstico o las fake news, también nos ofrece, sin duda, una oportunidad. Gracias a una mayor accesibilidad, los pacientes pueden comunicarse de forma más horizontal con los especialistas, generar más adherencia a los tratamientos o conocer mejor su patología. Además, la ciudadanía en general puede prevenir mejor posibles enfermedades y, por tanto, cultivar una vida más sana. La clave está en, con alfabetización digital, contrastación de fuentes, apoyo de los expertos e intervención de las plataformas, ser capaces de acceder a una información veraz y científica y que ayude a saber más sobre nuestra salud.
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